miércoles, julio 16, 2008

Pago de una muerte adelantada


Media botella de wisky, una cajetilla de cigarrillos y el viejo vinilo de Pink Floyd me esperan sobre la mesa, son más de las 1 de la madrugada y nadie deambula en los pasillos del departamento. Nadie, ni siquiera Carlos Altamirano, aquel jubilado fascista del segundo piso. Siempre me lo topo y converso con él desinteresadamente, me habla de la Bachelet, del impuesto específico y de lo linda y guapa que esta la niña del A-25, claro, él usa palabras más vulgares, propias de un milico patético, alcohólico y caliente.
El ascensor huele a mierda, entro y presiono el botón 3. Me elevo.
Mi impaciencia me corrompe y saco de mi bolsillo ‘las pastillitas’ como las llamó el tipo que me las vendió – con 3 de estas weas es suficiente, hasta el más grandulón cae –. Son las 1:50. La justificación razonable de mi demora fue que tuve que esperar en el callejón radiado de los perros de ‘El Jefe’. Eran tres tipos bien vestidos y bien armados. Dos peleaban verbalmente y hablaban un código criminal que no entendía, el otro apoyado en la pared fumaba distraído. Le pregunté por qué esos dos no se cagaban a balazos de una buena vez, sonrió y luego miró su reloj. Dijo algo de que la muerte no se debe adelantar, ahí fui yo quién sonrió, encuentro gracioso cuando los perros intentan hablar filosóficamente, suenan como vacas bramando intentando hablar sobre Kafka – Quizás el Yoni mate al Nico después de matarme a mi, o talvez yo mate a ambos. ¿Quién esta seguro de su muerte? - yo estaba seguro de la mía, pero no le quise debatir, es sólo un asesino del Jefe, no quería gastar verborrea en él.
Cuando logré entrar, uno de los perros del jefe me entregó el paquete y me pidió disculpas por el retrazo, me dijo que una chica desesperada compró lo mismo que yo, pero en mayor cantidad – como para matarse dos veces – dijo. Luego me dio una bolsa de ‘polvo de hornear’ y agregó – toma, cortesía de casa-.
Llego a la puerta de mi loft, saco las llaves, se me caen torpemente, las recojo, busco la correcta, la introduzco, la giro y entro. Noto en seguida que algo no anda bien en mi desorden.
‘El Gran Concierto en el Cielo’ suena desgarrador, los gritos alteran mi tranquilidad. Sólo la señora del aseo y Lucia, mi ex novia, que tuve que dejarla por el camino rápido que tomaré ahora, tienen las llaves de mi departamento. Es obvio que es ella quién está acá.
¡Lucia! - la llamo a gritos pero no responde, por un momento me miento y pienso que me esta preparando una broma, pero sé que nunca sueno convincente cuando miento, así que no me creo.
Abro la puerta de mi habitación de golpe, la botella de wisky esta botada y baña con su contenido mi cómoda, el vinilo grita con voz femenina en pleno viaje astral y el paquete de cigarros está intacto. Ella no fuma.
Me decido a mirar sobre mi cama, el miedo me ahorca y el pánico me consume, su cabeza descansa sobre el libro que me regaló cuando cumplimos un año. Su rostro emana sangre por nariz y boca – hasta muerta te vez preciosa – sollozo esas palabras mientras tomo su cabeza y la apoyo en mis piernas.
¿Cómo descubrió mi plan? Ella se adueñó de mi vida cuando la conocí y ahora me quieta la posibilidad de muerte. Podría besar sus labios para obstener un poco de su veneno, pero yo no soy Julieta y ella, obviamente, no es Romeo.
Quito la vista de su putrefacta bellaza y miro el libro adornado de sangre, una mancha destaca un verso y Parra me dice: “la Muerte es una Puta caliente”, y Lucia pagó la cuenta de la última follada.

lunes, marzo 03, 2008

Santiago es feo


Santiago es feo

Después de golpear con el puño lleno de ira la vitrina del mac donald, y maldecir a las puertas del zoológico cerrado. Empuñando los boletos del bus rumbo a Temuco, Luchito gasta sus últimas lágrimas aferrado como un látigo en los brazos de su madre .
- ¡Luís, cállate! No te traeré más para santiago. te portaste muy mal.
- No importa. Santiago es feo.